Proselitismo no, gracias.

Sobre el proselitismo.

Era costumbre en teología escolástica definir los términos al principio de las cuestiones. De no hacerse, se puede caer en el peligro de dar vueltas y vueltas al tema sobre el que se discute, incluso a veces estando de acuerdo los dialogantes en la materia en cuestión. Por eso, al discernir sobre el proselitismo, es necesario decir qué se entiende por el mismo.

Sabido es que el Papa Francisco ha hablado de ello, así como el Papa Benedicto, en términos negativos. Lo mismo S. Juan Pablo, aunque fundamentalmente se refirió al proselitismo de las sectas fundamentalistas y a la acusación, no rara, que desde el mundo ortodoxo se hace a los católicos de hacer proselitismo en los países de tradición ortodoxa. No entraré en estos dos temas.

Quiero decir al principio de este post que estoy en contra del proselitismo; pero, ¿a qué proselitismo me refiero?

Me refiero al que a veces se da dentro de la Iglesia católica y describo a continuación. Tengo experiencia de él, y en ocasiones, como sacerdote, lo he padecido en mi vida y en actividades apostólicas que he organizado.

Cuento con un poco de detalle algo que me pasó hace unos años. Fue en una peregrinación. La organizaba el movimiento del que yo fui consiliario; íbamos dos autobuses de jóvenes, de 15 a 20 y tantos años; mixta. Gente muy sana, de familias del movimiento la mayoría. Nos pidieron venir con nosotros personas de otro movimiento para conocer la peregrinación. Les aceptamos en el grupo, y se vinieron. Mezcladitos y caminando con nosotros. Y curiosamente empezaron a entablar conversación con los jóvenes, menores de edad, de 15, 16 años, con los más piadosos y entregados; tenían una buena táctica. Se acercaban las mayores a las más jóvenes, y les preguntaban si tenían un kleenex…. Con esta excusa empezaban a caminar y a charlar durante la etapa. Terminaban preguntándole si conocían su movimiento y si les importaba que les invitasen a conocerlo. Presentaban como muy guays sus actividades. Pero ahí no quedó todo. En el autobús de vuelta cogieron los teléfonos de los chicos de nuestro movimiento para invitarles, y días después lo hicieron: que si vente a una Pascua con nosotros, que si a una reunión, etc. Obviamente presenté una queja muy seria al provincial del que dependía aquel movimiento.

Alucinante.

Esto me sirve para definir proselitismo: una técnica de manipulación destinada, no a evangelizar a otras personas, sino a captar personas evangelizadas para engrosar el propio grupo o movimiento. Normalmente se dirige a personas débiles, en proceso de formación, que son las más vulnerables, a las que se ofrece formar parte de un grupo especial y que se consideren afortunados por haberlo conocido y poder vivir allí su vida cristiana. Curiosamente, una de las que hizo proselitismo en nuestra peregrinación me comentó que ella había sido de otro movimiento -la legión de María- antes de haber entrado en el que estaba. También había sido captada. Y los “captados”, “captan”.

Una reflexión personal:

Hay normalmente una espiritualidad débil en las personas que hacen proselitismo. Por espiritualidad débil me refiero a la que no conoce a los grandes maestros. los clásicos, o doctores de la Iglesia, como una san Juan de la Cruz, Sta. Teresa de Jesús, u otros grandes maestros espirituales. Edte déficit de grandes santos se debe a la la exaltación de los fundadores de movimientos a los que se absolutiza.

Pongo un ejemplo de esto; aprecio mucho a los legionarios de Cristo y soy consciente de lo que han sufrido por los abusos de su fundador el p. Maciel. Estoy seguro de que están haciendo todos los esfuerzos posibles por purificar su memoria. Pero en sus orígenes fue una orden proselitista. A mi me llevaron a conocer al p. Maciel en Roma para que me echase el lazo, y a su alrededor vi 3 o 4 jóvenes que le consideraban santo, lo cual me dejó muy confundido. Me regalaron incluso el libro que había escrito sobre la formación al sacerdocio y que publicó la BAC, libro que me pareció muy superficial, y que, posteriormente, me dijeron que no había escrito él (es decir, que era una mentira). Creo que fue un maestro en manipular personas con deseos de santidad en los inicios de su vocación sacerdotal.

¿Qué antídotos hay contra el proselitismo? Principalmente conocer sus mecanismos para estar prevenido contra él. Ojo, la cosa es seria: nos puede desviar de nuestra vocación auténtica -la de la llamada que Dios nos ha hecho- y de una auténtica vivencia del evangelio. También debilita la Iglesia, al debilitar los grupos sobre los que se hace proselitismo.

Un par de claves:

1) San Ignacio, en la anotación 15 de los ejercicios espirituales, presenta al director de éstos como alguien que no ha de influir en quien se ejercita, sino como alguien que le ayuda a descubrir lo que Dios quiere de él. Es decir, debe respetar radicalmente su libertad. Por ejemplo, si alguien te adula, ai alguien se preocupa excesivamente de ti, si presenta su grupo como superior o más guay que los demás, te está mandando mensajes claros de proselitismo.

Como ya soy un poco viejo, y llevo más de 30 años de cura, he vivido muchas cosas; en un caso, recuerdo que un instituto religioso presentaba su vocación sacerdotal de consagración religiosa como una vocación de mayor perfección que la del sacerdocio secular, y así evitaban que chavales fueran al seminario diocesano, y terminasen en su instituto. Era claro para ellos, lo importante era su comunidad religiosa y no la consagración a Cristo del sacramento del orden. Y no estaba claro en la praxis, que la Iglesia local tuviera más tarscendencia que la comunidad particular.

2) Para mi un criterio determinante de rectitud de intención es si se estudia o se siguen los clásicos de espiritualidad en los grupos católicos. Así, san Juan Pablo II estuvoparticipó como unniversitario en unos grupos que llevaba Jan Tyranowski un laico polaco. Su proceso de canonización está en curso y ha sido declarado venerable. En JPII todavía no se había manifestado su vocación sacerdotal. Sabemos lo que leyó en este grupo: San Juan de la Cruz, y el libro titulado Compendio de teología ascética y mística (de A. Tanquerey, de nombre parecido al de la ginebra Tanquerey). Es un gran clásico de espiritualidad, De la mano de Jan Tyranwski también leyó a san Juan de la Cruz. Creo que no es exagerado afirmar que salió un gigante de estas lecturas. No sé, me da que pensar el que solo se lean los libros de los fundadores. Esto empobrece.

Concluyo; si se entiende el poreslitismo como lo describo, nadie dirá que sea bueno o que se deba practicar. O se escandalice cuando el Papa dice que hay que evitarlo.