Blog sobre discernimiento
Ante las próximas elecciones en EE.UU

Ante las próximas elecciones en EE.UU

Se suele decir que la Iglesia no debe entrar en política, pues no le corresponde actuar en este terreno. Y para probarlo se cita la frase con la que Cristo respondió cuando le preguntaron por la licitud de pagar impuestos al César: hay que dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Esta frase la podemos considerar desde el punto de vista de «lo que es de Dios» o «lo que es del César». Es decir, también se puede y debe decir que César no debe entrar en lo que es de Dios, pues si entra, se mete en un terreno que no le corresponde.

En la vida real las cosas no son tan fáciles y las próximas elecciones de EE.UU son un ejemplo de ello. Buena parte de los temas que entran en el debate son temas morales, y la Iglesia tiene no solo el derecho sino también el deber de iluminarlos. Es más, pienso que en estas elecciones se va a decidir entre dos modos distintos de entender la vida moral, el bien y el mal, y por ende, de entender la sociedad. Tiempo atrás cuando la ley natural era el fundamente de la sociedad y la aceptaban los partidos con posibilidades, los criterios para decidir el voto eran más del tipo económico o de quién propone una gestión más eficaz. Esto no es así en nuestros días, pues lo más importante que se decidirá en las próximas elecciones en EE.UU será el modelo de sociedad en la que los estadounidenses quieren vivir. Y ahí, la Iglesia católica tiene mucho que decir, sin que esto signifique entrar en política partidista, sino iluminar el terreno moral.

Dicho esto, no quiero dar una visión simplista de estas elecciones como si solo hubiera buenos y malos; Hay muchos temas, como por ejemplo, el papel de la clase media, las políticas sociales o la internacional, los papeles de EEUU en las guerras de Ucrania y Gaza, y muchas más cosas. Pero, hoy es claro, que los dos partidos principales tienen dos modos distintos de entender la vida moral, los derechos humanos y por tanto, el modelo de sociedad. Al decir dos modos distintos no quiero decir que uno sea bueno y el otro malo, pues en ambos partidos se defienden temas contrarios a la ley natural.

Entre los temas morales que han salido en la precampaña están la fecundación in vitro, el aborto, los relacionados con la “ideología” woke o planteamientos LGBTI, la emigración, etc. Una prueba de ello ha sido la presencia de un puesto gratuito para abortar en la reciente convención demócrata para confirmar a Kamala Harris como candidata a la presidencia. Planned parenthood, la empresa y lobby abortista más potente de estados unidos, durante esta convención practicó el primer día 25 abortos químicos y realizó 10 esterilizaciones masculinas. Ahora bien, esto no es afirmar que el campo republicano sea totalmente moral y sostenga al 100% la ley natural, aun cuando su candidato a vicepresidente, Vance, sea un católico más coherente con la fe y con la doctrina de la Iglesia que el actual presidente, Biden, al menos en el tema del aborto y de la familia. Es más, la actitud moral de su principal candidato Donald Trump deja mucho que desear, y recientemente ambos ha hecho declaraciones muy ambiguas en el tema provida que han desilusionado al voto católico al otro lado del Atlántico.

Si yo tuviera que votar en EE.UU., ciertamente me decantaría por quien me ofrezca el modelo de sociedad más concorde con la ley natural, y esto incluye quien defienda la vida desde su inicio, quien apoye a la familia y a la maternidad, quien proponga políticas de justicia social, quien ponga freno a la ideología de género, etc. Esto lo defiende parcialmente una de las opciones, pero junto con ella van comportamientos morales inaceptables de su principal líder, y políticas no concordes en otros puntos con la justicia social.

Pero, elegir a quien no respeta el derecho a la vida, a quien no defiende a la familia, a quien asume los principios del relativismo moral, no solo es una decisión inmoral, sino que es una grave irresponsabilidad que a largo plazo puede llegar a destrozar un país, pues es imposible sostener una sociedad relativista, o lo que es lo mismo, una sociedad sin principios morales.