Introducción al Discernimiento

Queremos, en esta web, contribuir a la petición del Papa de conocer el disrnimiento espiritual para crecer en él. Lo consideramos esencial en estos días de abundancia de información y de fake news, en las que se dan todo tipo de opiniones, comentarios y críticas. Hay mucha información, pero, ¿cuál es la que nos lleva a la voluntad de Dios? ¿Cuál nos hace amar más a la Iglesia, cuerpo de Cristo? Además, desconocer el discernimiento es caer en lo que se ha llamado el «analfabetismo espiritual», que hace a la persona manipulable, o evita que llegue lejos en la vida espiritual.

Al acercarnos al discernimiento espiritual, tenemos que hacer alguna distinción para precisar lo que entendemos por discernimiento. Creo importante distinguir, en primer lugar, entre el plano natural y el plano sobrenatural, entre la actividad que el hombre hace con las capacidades de su naturaleza y las que la gracia de Dios hace en él, con su colaboración.

Esta distinción natural-sobrenatural, cada uno con sus campos de acción, leyes y límites, es una característica esencial del planteamiento católico. Un católico admite la bondad de las cosas creadas por Dios, y las usa según el proyecto divino. Por ello, admite la razón, y la usa en su vida espiritual, pues Dios se la ha dado. Esto pertenece al campo de lo natural, y es el primer paso del discernimiento, aunque no es propiamente discernimiento espiritual, o discernimiento de espíritus. Por ello, prescindir de la razón y hacer un discernimiento basado solo o en la fe, o en la oración, pongamos por caso, no es católico, y podría abrir la puerta al iluminismo, y es también un desprecio de los dones de Dios, la razón entre ellos.

Esto no quiere decir que el discernimiento espiritual se haga solo con la razón. Ésta se puede equivocar, y además de ser limitada, tiene muchas fuerzas inconscientes actuando en ella. También está afectada por el pecado original. Es decir, también ser católico es afirmar una razón abierta a la fe, y una razón con límites, por ello, humilde, consciente de que la posibilidad que tiene de equivocarse es real. De ahí la necesidad del discernimiento de espíritus.
Por ello, la postura católica afirma, con santo Tomás de Aquino, que la gracia no destruye a la naturaleza, sino que la asume y la perfecciona. En otras palabras, que es necesaria la acción de la gracia para conocer la verdad o sea, para discernir, me atrevo a decir tanto en lo natural como en lo sobrenatural.

Así, el discernimiento es una gracia de Dios, que debe ser pedida, y que necesita la recta razón para funcionar. Y el discernimiento puede (y debe) convertirse en hábito en el hombre espiritual.

Dicho esto, quiero precisar más lo que es el discernimiento de espíritus y la aportación que san Ignacio hace al mismo. Para el discernimiento anterior a San Ignacio, que es importante conocer, en esta web se encuentran textos de Casiano (la 2ª colación especialmente) que lo explican más largamente, y que recomiendo leer y meditar. Casiano y Evagrio Póntico, entre otros, nos ayudarán a distinguir las tentaciones y a analizar los pensamientos para conocer las tácticas del mal espíritu. Casiano, en particular, en la Colacion citada, pone como clave para adquirir el discerrnimiento, la virtud de la humildad y pedir consejo al monje anciano, esto es, la dirección espiritual.

Pero el discernimiento ignaciano va más lejos que este discernimiento que nos enseña la tradición cristiana. Es un carisma que recibió san Ignacio para toda la Iglesia. Es uno de los grandes dones de la modernidad. Lo tratamos en el siguiente epígrafe.

¿Qué es el discernimiento ignaciano?

En el siglo XVI, un capitan español llamado Íñigo López de Loyola, fue herido en una batalla en la ciudad de Pamplona, y durante su convalecencia, el Señor le fue cambiando la vida. Él experimentó que, tras la lectura de la vida de Cristo y de las vidas de los santos, le quedaba un poso de alegría interior mientras pensaba lo que iba a hacer una vez recuperado, imitando las vidas de los santos. También experimentó que otros pensamientos que le venían a la cabeza y que le llevaban a desear cortejar a una dama de alta sociedad, y en los que se entretenía por horas, le dejaban amargura en el corazón. Tras esta experiencia, al recuperarse, fue buscando la voluntad de Dios, sin saber muy bien cuál era, lo que le llevó al santuario de Monserrat, y posteriormente a vivir de ermitaño en una cueva en Manresa, en la actual provincia de Barcelona (España). Después de unos meses allí, en los que tuvo grandes experiencias místicas y también mucha sequedad, oscuridad  y escrúpulos, que le llevaron incluso a tentaciones de suicidio, se embarcó para Tierra Santa, y al volver estudió teología, primero en Alcalá de Henares, posteriormente en Salamanca, y finalmente en París, tras lo cual fue ordenado sacerdote con algunos compañeros, entre los que se encontraban Francisco de Javier y Pedro Fabro. Quisieron peregrinar a Tierra Santa para vivir allí imitando a Cristo, pero la providencia les tenía reservado otro plan, que era el de ponerse al servicio del Papa para las misiones que éste les encomendase. Y así nació una orden religiosa llamada la Compañía de Jesús.

San Ignacio dejó escrita su experiencia, para que otros la pudiesen seguir, en el libro de los Ejercicios Espirituales. En su n.º 32 dice lo siguiente:

Presupongo ser tres pensamientos en mí, es a saber, uno propio mío, el qual sale de mi mera libertad y querer; y otros dos, que vienen de fuera: el uno que viene del buen espíritu y el otro del malo.

¡Dos pensamientos que vienen de fuera! Esta es la clave del discernimiento de espíritus. Conocer qué es lo que viene de fuera, y lo que viene de mí. No es introspección psicológica, no es razón sola, sino conocer si mis pensamientos son naturales, preternaturales o sobrenaturales. Si “vienen de fuera” o de dentro. Pero para conocer la voluntad de Dios, es necsario querer conocerla de verdad, sin engaños.

San Ignacio da mucha importancia para tener discernimiento a tener ordenada la vida, lo que él entiende por afectos. Generalmente los afectos son el origen del pensamiento propio mío, que es el que sale de mi libertad. Así, los ejercicios espirituales son «para vencer a si mismo y ordenar su vida sin determinarse por afección alguna que desordenada sea» (EE 21). Por esto, para tener discernimiento, hay que tener los afectos ordenados. Es lo que san Ignacio llama la indiferencia, que es previa al discernimiento. Al inicio de los ejercicios él dice: «Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.» (EE 23). Y en para ordenar los afectos tiene un papel clave la meditación del evangelio.

Lo propio del discernimiento ignaciano:

San Ignacio aprendió el dicernimieno por el análisis de la consolación y de la desolación, como él narra en su autobiografía. Aquí hay una novedad con respecto a la tradición en este campo, que hasta entonces se hacía mediante el análisis de los pensamientos. El discernimiento de los padres del desierto se basaba en el análisis de éstos para ver qué demonio estaba detrás de los mismos, para contraponerle un pensamiento de la palabra de Dios (el antrirrheticus de Evagrio). Sin embargo, lo que se entiende por discernimiento ignaciano va más allá del análisis de la consolación y desolación. Es uno de sus ejes, pero no el único. Ciertamente es muy importante la acedia en la vida cristiana y su distinción de las pruebas en las que podemos estar, debido a la naturaleza de la fe. Pero hay otro eje, que se describe en el cuarto día de la segunda semana de los ejercicios espirituales, que comentamos a continuación.

Lo necesario para discernir: no tener afectos desordenados y conocer internamente a Cristo.

Esto es, para conocer la voluntad de Dios, es necesario ponerse en la actitud de la bandera de Cristo, que aparece en la meditación de dos banderas [EE 139]. Los primeros días de la segunda semana se ha vivido a fondo la contemplación de los misterios de la vida del Señor y se ha pedido la gracia del conocimiento interno del Señor. Así, para discernir se pasa de la ausencia de afectos desordenados a un afecto centrado en el corazón de Cristo. Y este se tiene con la vivencia interior del evangelio. Este es el presupuesto para poder hacer discernimiento y entrar en la elección.

La meditación de dos banderas empieza con la siguiente petición:

demandar lo que quiero; y será aquí pedir conocimiento de los engaños del mal caudillo, y ayuda para dellos me guardar; y conocimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para le imitar.

Y en estos números de los ejercicios, como táctica de Cristo, se proponen los conocidos tres pasos:

[…]  primero a suma pobreza espiritual y, si su divina majestad fuere servida y los quisiere eligir no menos a la pobreza actual; segundo, a deseo de oprobios y menosprecios, porque destas dos cosas se sigue la humildad. De manera que sean tres escalones: el primero, pobreza contra riqueza; el segundo, oprobio o menosprecio contra el honor mundano; el tercero, humildad contra la soberbia; y destos tres escalones induzgan a todas las otras virtudes.

Esta meditación san Ignacio la pone innmediatamente antes de la elección, que es el centro de los ejercicios espirituales. Y por si acaso, si uno se engaña y todavía le quedan afectos, san Ignacio añade al mismo día que se empieza a hacer el discernimiento, la meditación de los tres binarios o tipos de hombre. Se pide elegir lo que más a gloria de su divina majestad y salud de mi ánima sea [EE 152]. Y frente a la voluntad del Señor, caben tres posibilidades que nuestro santo explica con el ejemplo de qué tendría que hacer uno que ha recibido una gran suma de dinero por medios legales y lícitos y quiere cumplir la voluntad del señor. Y uno puede estar apegado al dinero. Ponemos el texto a continuación:

  • [EE 153 y siguientes] El primer binario querría quitar el afecto que a la cosa adquisita tiene, para hallar en paz a Dios nuestro Señor y saberse salvar, y no pone los medios hasta la hora de la muerte.
  • El segundo quiere quitar el afecto, mas ansí le quiere quitar que quede con la cosa adquisita, de manera que allí venga Dios donde él quiere. Y no determina de dejarla para ir a Dios, aunque fuese el mejor estado para él.
  • El tercero quiere quitar el afecto, más ansí le quiere quitar que también no le tiene afección a tener la cosa adquisita o no la tener, sino quiere solamente quererla o no quererla, según que Dios nuestro Señor le pondrá en voluntad, y a la tal persona le parecerá mejor para servicio y alabanza de su divina majestad. Y, entre tanto, quiere hacer cuenta que todo lo deja en afecto, poniendo fuerza de no querer aquello ni otra cosa ninguna, si no le moviere sólo el servicio de Dios nuestro Señor; de manera que el deseo de mejor poder servir a Dios nuestro Señor le mueva a tomar la cosa o dejarla.

En resumen:

 El discernimiento o discreción de espíritus es una gracia de Dios, conocida y practicada en la Iglesia desde siempre. Lo propio del discernimiento ignaciano es hacerlo desde el punto de vista de la consolación y desolación, y quitando los afectos desordenados como prespuesto para poder discernir libremente. ¡Con afectos desordenados es difícil discernir la voluntad de Dios!

En esta web publicamos comentarios detallados sobre las reglas de discernimiento de san Ignacio así  como sobre las disposiciones necesarias para conocer y vivir la voluntad de Dios.

Como católicos sabemos que la Iglesia es madre y maestra. Por ello, el discernimiento se hace en la Iglesia, se hace sintiendo con ella y amándola. Es un ejercicio de fe. Por ello, también daremos cabida a las normas para sentir con la Iglesia, que escribió san Ignacio en los ejercicios.

Un último apunte. Procuraré discernir lo que son mis comentarios personales, que los publicaré en el blog de esta web, de lo que son estudios o conceptos más sólidos sobre el discernimiento, que irán publicándose en las otras secciones de la misma. Si alguien quiere leer mis opiniones sobre temas de actualidad, u otras cosas relacionadas con el discernimiento en la actualidad, le invito a que lea el blog, y ¡discierna!